Allí sentado a su lado, con una leve sonrisa en su cara, Robert buscaba nervioso los billetes del vuelo a New York, tenían que embarcar, una voz en megafonía estaba cantando su número de vuelo.
Lara se levantó de su asiento, observando como Robert iba poniendo encima de sus rodillas, la lectura que había elegido para amenizar el largo viaje.
- dónde habré dejado los billetes ? - con un aire de ligera preocupación, Robert intentaba encontrar respuesta dentro de su bolsa de mano. - creo que cuando facturé las maletas los dejé aquí mismo- dijo arqueando sus cejas que enmarcaban sus preciosos ojos azules, mientras pasaba los dedos rápidamente por la sien.
Lara sonriendo se acercó hacia él, introdujo la punta de sus dedos en el bolsillo interior de la chaqueta de su acompañante y mirándole a los ojos le dio un beso en la mejilla, mostrando los billetes del vuelo.
- qué sería de ti sin mi???- dijo la muchacha mientras limpiaba la mancha de carmín en la mejilla de Robert.
Con un gesto de alivio uno, carcajadas por parte de la otra, se dirigieron hacia la puerta de embarque que cuatro años tarde les llevaba a la gran manzana.
- puedes creer que estemos apunto de hacer realidad este viaje?- susurró la joven.
Lara No esperaba obtener respuesta. Simplemente le valía la sonrisa y el abrazo de Robert, que la rodeó fuertemente entre sus brazos, mientras esperaban su turno de acceso pareció que se detuvo el tiempo.
El joven del mostrador interrumpió aquel momento, les anunció sus números de asiento, la pareja cruzaba el pasillo, hasta que por fin se acomodaron en el avión.
Lara, una mujer de belleza singular, no era demasiado alta, no era demasiado delgada, no era mujer de excesos en su estilo, con ademanes ligeros y delicados. Había heredado de su abuela la belleza de mujer andaluza, con cabellos y ojos negros, interminables pestañas, sus mejillas marcadas, y labios que parecían perfilados por el mismísimo Miguel Ángel.
Había olvidado en casa unos informes que tenía que presentar en unas semanas, pero no pensaba en ello. Ahora miraba hacia los días que tenía por delante. Sólo se preguntaba qué actitud tendría si ese viaje se hubiera producido años atrás.
Robert era unos lustros mayor que ella, tenía unos preciosos y enormes ojos azules, los cuales Lara le gustaba mirar durante horas sin necesidad de mediar palabra. Sus cabellos estaban normalmente alborotados, color luna. Sus modales eran extremadamente educados y dulces, estaba pendiente de cada detalle, complaciente con la bella joven de enormes ojos negros que lo miraban con dulzura y admiración.
- en qué piensas Lara?- preguntó Robert apartando un mechón de cabello que resbalaba sobre el rostro de la joven
Lara se acomodó en su asiento, levantando el mentón miró a su alrededor entre el resto del pasaje, que todavía seguían de pie en los pasillos del avión introduciendo el equipaje de mano en la zona superior de los asientos. Tal vez pensaba que podría encontrar las palabras adecuadas, o quizá encontrar la
Manera más acertada de expresar sus emociones.
- me hubiera gustado saber qué sentiría si este viaje lo hubiésemos hecho en el momento que tuvimos que hacerlo- prosiguió y esta vez si, mirando directamente a los ojos de Robert terminó sentenciando - ya no es lo mismo-
Ambos sabían que los sentimientos habían cambiado, que por más que lo intentaran, la química y pasión se había diluido.
Quedaba entre ellos una enorme admiración, no esperaban pasiones perdidas, aquellas que Lara anheló durante sus frías noches de soledad, aquellas que Robert buscó en vano entre las sábanas de su cama
Atrás quedaron dulces despertares, mañanas de pasión maltrechas. Fueron Tantas las noches que soñaban pasarlas uno junto a la otra, y la otra junto al uno. Momentos perdidos, que ya no volverán.
Pero New York les esperaba, desayunarían frente a Tiffanys, pasearían por Cental Park con las manos entrelazadas, pero sin aquella ilusión y aquel amor que tan grande fue, y que atrás quedó.
"Sólo amé cuándo te encontré"
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